Recuerdo cuando estudiaba en la Facultad de Bellas Artes que un día una compañera de clase de Restauración de Papel trajo a clase un libro viejo para hacer las prácticas. Era pre-cio-so. Un buen ejemplar de mediados del siglo XIX. ¿Qué de dónde lo sacó? Literalmente del contenedor. He de decir que durante los cinco años de la carrera me recorrí con muchos de mis compañeros los vertederos de Valencia para buscar objetos curiosos y usarlos después en los trabajos de la asignatura de Escultura y me los encontré, sí. Y también ratas del tamaño de conejos y mosquitos, muchos mosquitos. Pero era fascinante. Todo un mundo escondido entre la basura...Ains qué tiempos. Ahora también busco pero no me meto en la basura hasta la rodilla, ahora miro lo que la gente deja junto a los contenedores, y a veces encuentras piezas curiosas como esta consola-recibidor, que aunque no tiene solera, sí tiene un encanto especial que me atrapó desde que la vi.
Después de un tratamiento contra xilófagos empezó el proceso de eliminación de pintura, lijado, reposición de los tetones de una de las patas y encolado de la tabla, aplicación de pasta de madera en desperfectos y agujeros de insectos y pintura....y...voilà!! Esta se queda en mi salón.
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