Desde el principio de los tiempos, la historia ha sido
escrita, juzgada y criticada por hombres. Así, muchas mujeres científicas,
escritoras o artistas entre otras, han quedado recluidas en el anonimato y su
obra perdida o desconocida,
Sophie Henriette Gertrude Taeuber fue un artista
polifacética, emprendedora, arriesgada para su tiempo, pero tuvo la desdicha de
haber nacido mujer. Además de esto, su carácter tímido e introvertido no le ayudó nada para dar a conocer su personalidad creativa en los ambientes
artísticos como sí ocurrió con otras artistas femeninas.
Nació en Suiza, en 1889, en el seno de una familia de clase
alta. Estudió artes aplicadas en Múnich y Hamburgo y también se formó en danza
expresiva, junto a Mary Wigman, con el coreógrafo Rudolf Laban, destacando por su expresividad y extravagancia en sus
movimientos.
La danza formará parte
de su vida y de sus obras y con ésta creará un mundo mejor azotado por entonces
con la Guerra Mundial. En 1915 conoció al artista Hans Arp y es éste el que le
introduce en la vida bohemia de los artistas. Juntos trabajan en distintos
proyectos y se unen a las reuniones del grupo dadá.
Se casa con Arp en 1922 y se trasladan a París cinco años
después. De la relación con diferentes artistas como Sonia Delaunay surge la
colonia de artistas en Grasse que seguirá activa hasta 1944 y formó parte del
grupo Cercle et carré et Abstraction-Creation.
Todo en su obra tenía cabida.
Pero su vida pasó solapada por su marido, Hans Arp.
Una
sombra tras el artista.
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