Clotilde García del Castillo nació en Valencia 1865 para que Sorolla fuera conocido como lo que
es, el mejor de los pintores de la valencia de finales del siglo XIX y
principios del XX. La joven que se asombraba de que un muchacho como Joaquín se
fijase en ella, puesto que no se consideraba sino fea de rostro y delgaducha de
cuerpo y que conquistó el corazón de su marido y para el que se convirtió en
musa indiscutible de su obra, le acompañó en sus innumerables viajes, vivió la
soledad de la separación por motivos de trabajo y cuidado de sus hijos,
contabilizó obras y preparó exposiciones. Aun cuando falleció Sorolla, Clotilde gestionó
la cesión al Estado Español de su obra y su casa que se convertiría en museo.
Tanto se quejaba Clotilde de que
tenía celos no de alguna mujer, sino de la pintura, que era la única que le
había separado toda la vida y sin embargo fue quien le ayudó a conquistar fama y prestigio. Y es que el amor mueve montañas.
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